¿QUÉ ES EL LATÍN MACARRONICO?
El latín macarrónico es aquel latín defectuoso utilizado de forma satírica y burlesca, en el que se mezclan palabras latinas con la lengua vulgar a las que se les añade la terminación latina.
Es un latín muy poco académico desde el punto de vista gramatical, es decir, que no respeta las reglas de conjugación ni de declinación.
Es conocido como latín de cocina, en latín Latinitas culinaria, en francés latin macarronique o latin de cuisine, en alemán Küchenlatein, y en inglés Dog Latin o Mock-Latin.
Se cree que el término macarrónico se originó en Padua a fines del siglo xiv, aparentemente de maccerone, un tipo de pasta que comían los campesinos en aquella época. Pero según el Corominas , el término proviene del alto it. macaron, “error garrafal”, que a su vez será aplicación figurada del mismo vocablo en la acepción de “hombre bobo”, pues de esta zona de Italia eran oriundos los dos primeros autores de Macarroneas, el paduano Michele degli Odari (el Tifi), y el célebre mantuano Folengo (Merlín Cocaio), que escribieron poemas de ese nombre en 1490 y a principios del siglo xvI. En este sentido, el vocablo es quizás una aplicación figurada, por la textura blanda de la pasta comparada con la flojedad del maccerone, que algunos definen como hombre débil a la vez que necio.
Aunque las macarroneas surgieron como tal en el siglo xvi, existen algunos ejemplos más antiguos, como es el caso de los cantos goliardos de Carmina Burana (siglos xii y xiii), que contienen varios poemas que mezclan latín con francés o alemán medieval
Muchos autores cómicos imitaron el estilo de las macarroneas. En Francia, Antonio d’Arena escribió Mygra entrepriza catoliqui Imperatoris (1537), obra en la cual relató con ironía la expedición desastrosa de Carlos V en Provenza. Existe también una versión macarrónica del Quijote escrita por Ignacio Calvo y Sánchez (1864-1930) cuyo título es: Historia Domini Quijoti Manchegui (1905). La primera frase es:
In uno lugare manchego, pro cujus nómine non volo calentare cascos, vivebat facit paucum tempus, quidam fidalgus de his qui habent lanzam in astillerum, adargam antiquam, rocinum flacum et perrum galgum, qui currebat sicut ánima quae llevatur a diábolo.
El texto macarrónico todavía es usado por algunos autores modernos. Raymond Queneau incluyó una versión macarrónica en sus Exercices de style (libro altamente recomendado para los amantes del lenguaje). En El nombre de la Rosa, el maestro Eco pone a discutir a los monjes en latín macarrónico. En Misterio Bufo, Darío Fo utiliza grammelot (una especie de lenguaje onomatopéyico usado en el teatro satírico) combinado con elementos macarrónicos. Y en el Ulises de Joyce, un personaje profiere un burlesco Muchibus Thankibus.
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